DAN ULTIMATO A PADRE PARA QUE DEJE PARROQUIA EN ROSARITO

ARZOBISPO METROPOLITANO RAFAEL ROMO MUÑOZ
RAYMUNDO FIGUEROA PERES SACERDOTE DE SANTISIMO SACRAMENTO EN ROSARITO.

CONTINÚAN PROBLEMAS EN PARROQUIA DE SANTÍSIMO SACRAMENTO EN ROSARITO

PADRE RAYMUNDO FIGUEROA NO ACATA LAS ORDENES DE ARZOBISPO METROPOLITANO RAFAEL ROMO

El Sr. Arzobispo Rafael Romo, a través de un documento que fue recibido por el padre Raymundo Figueroa el 13 de abril de 2010 y cuyo texto aquí transcribimos, le ofrece una última oportunidad de enmienda.

TIJUANA B.C.-El padre Raymundo Figueroa ya no es párroco de Santísimo Sacramento desde octubre de 2009, cuando se le proveyó del oficio de párroco para otro lugar. Pero, dado que se negó a trasladarse a su nueva responsabilidad, en el presente decreto de parroquia vacante el Sr. Arzobispo dispone que haga la entrega formal de Santísimo Sacramento, ofreciéndole para ello un tiempo de gracia de quince días. El nuevo párroco nombrado es el padre Carlos Santillán Ortega, quien está por tomar posesión. El padre Raymundo Figueroa no debe ya celebrar misa en la parroquia Santísimo Sacramento ni tiene ninguna facultad en ella.

La consecuencia es que, si bien hasta el momento el padre Jesús Torres, en cuanto administrador parroquial, ha estado salvando la situación de la validez de los sacramentos aun en medio de la franca desobediencia del padre Raymundo, a partir de la publicación del presente decreto de parroquia vacante esto ya no será así: Son inválidos todos los matrimonios y confirmaciones concertados con el padre Raymundo. Y, dependiendo del caso, también son inválidos otros sacramentos.

Entendiendo los fieles la gravedad de la situación, sepan que si el padre Raymundo Figueroa persiste en su postura, no sólo será inevitablemente suspendido del ministerio sacerdotal después de haber desaprovechado tantas oportunidades, sino que puede arrastrar consigo a otras personas a una separación cismática de la Iglesia.

DECRETO DE SEDE PARROQUIAL VACANTE

Al Sr. Pbro.
D. Raymundo Figueroa Pérez.
Presente

Querido hijo en el sacerdocio de Cristo:

Te saludo muy atentamente pidiendo a Dios, en este Domingo de la Divina Misericordia, nos muestre su rostro glorioso y nos haga ver con claridad sus designios de Padre amoroso y bueno.

Agotando los tiempos e instancias del diálogo formal y canónico que he iniciado contigo desde el mes mayo de 2009 en orden a tu traslado a un nuevo oficio parroquial, pero con consideraciones que vienen de varios años atrás, con fecha 9 de octubre de 2009 te entregué un escrito indicándote las causas canónicas que motivaron mi decisión de trasladarte al nuevo oficio y que tú mismo firmaste de recibido. Posteriormente, con documento de fecha 23 de octubre de 2009, decreté tu remoción de la parroquia Santísimo Sacramento, otorgándote el nombramiento de párroco para la parroquia Villa Guadalupe, cuya fecha de toma de posesión mutuamente acordamos que fuera el 30 de octubre pasado, acordando también que entregarías la parroquia Santísimo Sacramento el día 4 de noviembre. Habiendo tú desobedecido a lo acordado, dejé pasar un tiempo razonable en espera de tu enmienda, entregándote el 12 de diciembre de 2009 un nuevo escrito en el que te pedí de nueva cuenta que recapacitaras. Pasado otro lapso de tiempo, y habiéndote negado persistentemente a obedecer, ahora, y por medio de este decreto declaro canónicamente

VACANTE LA PARROQUIA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

a tenor del c. 1752 y demás correlativos del Codex Iuris Canonici, por lo que según dispone el c. 1747 a) deberás de abstenerte de ejercer la función parroquial; b) dejar libre la casa parroquial y c) entregar todos los bienes de la parroquia a quien nombre como nuevo párroco.

Atendiendo además a los cc. 195 y 1746, el economato diocesano proveerá de tu sustento atendiéndote en la Casa del Sacerdote, ubicada en la colonia Independencia de la ciudad de Tijuana.

Te recuerdo además que al haber sido ya removido del oficio de párroco, estás incurriendo en el delito de retención ilegítima del cargo (c. 1381 §2).

Con sincero afecto paterno te hago saber que la Santa Sede está debidamente informada de este desgastante proceso que lastima mucho a nuestra Iglesia, por lo que en Nombre de Jesucristo, te pido que en el plazo de 15 días a partir de la fecha que recibas el presente, puedas darme una respuesta afirmativa para poner término a esta lamentable situación. Al cumplirse el plazo dado, el presente decreto tendrá plena vigencia, y de no acatarlo, me veré en la única opción pastoral de aplicar una censura, que sería la suspensión canónica (cfr. c. 1333), y de continuar en tu contumacia quedaría como único camino iniciar el proceso de dimisión del estado clerical (cc. 290 - 293).

Pongo, pues, en manos de Dios esta disposición disciplinaria esperando encontrar buena disponibilidad en tu conciencia y en tu corazón sacerdotal.