Por Jaime Flores Martínez
Irritados
TIJUANA B.C.-Justificadamente indignados porque el alcalde de Tijuana Carlos Bustamante Anchondo los corrió de la corporación policiaca local, los militares habrían iniciado una campaña de desprestigio sobre el nuevo secretario de Seguridad Pública Municipal Alberto Capella Ibarra.
¿Pensaría el alcalde que los militares se quedarían con los brazos cruzados? ¿Esperaba que la destitución del capitán Huerta y el cese de los policías con trayectoria militar pasaría desapercibido? ¿Bustamante supondría que alguien que saboreó las mieles del poder se resignará a perderlo sin mover un dedo?
Además de las declaraciones vertidas por algunos funcionarios sobre el arribo de Capella, resultan obvias las intenciones de apuntar la mirada ciudadana sobre el aumento de la criminalidad en esta ciudad. Si Capella no llegó precedido de las mejores credenciales, entonces sus detractores aprovecharán la coyuntura.
Primero fue el ex alcalde de Tijuana Jorge Ramos quien lanzó un dardo envenenado a Capella Ibarra al señalar que “espera que no regrese la violencia con su regreso”. Hace justo 3 años, Jorge Ramos corrió a Capella de la Secretaria de Seguridad Publica y en su lugar colocó al tristemente célebre Julián Leyzaola Pérez. Desde ese momento los militares tomaron el control de la Policía de Tijuana.
Luego fue el empresario José Galicot Behar (incondicional del ex alcalde Jorge Ramos) quien se limitó a otorgar un voto de confianza al desempeño de Capella. Dijo que “la confianza” era para el actual alcalde Carlos Bustamante, quien decidió colocar a Capella al frente de la corporación. Empresarios, políticos y militares opinaron similar.
El martes al mediodía, el Ejército Mexicano convocó a una conferencia de prensa para informar sobre el rescate de un empresario que había sido plagiado a las 7:30 de la mañana por un grupo de delincuentes en la rampa descendente de la colonia Buenavista. Los secuestradores llevaron a la víctima hasta una casa de seguridad ubicada en el fraccionamiento Agua Caliente. 90 minutos después los militares rescataron a este joven y –de espaldas—lo presentaron ante la prensa.
Si alguien se pregunta la relación existe entre esto y la eventual campaña de desprestigio contra Capella, la respuesta es que los militares “inventaron” que se trataba de un “empresario” para calentarle el asiento a Capella. El Ejercito sabe que el mayor respaldo de Alberto Capella es –precisamente-- de los empresarios. Si ellos no tienen seguridad con Capella… ¡para qué demonios lo quieren!
Los observadores refieren que, en el caso del rescate del supuesto empresario, los militares nunca se refirieron a su identidad. Ni siquiera permitieron que los reporteros supieran a que ramo empresarial pertenecía. Solamente dejaron saber que tenia 25 años. ¿Un empresario influyente de 25 años? ¿Sería vástago de algún anejo empresario?
Cicuta esta en posibilidades de revelar que el supuesto “empresario” es un individuo vinculado con un grupo delictivo dedicado al trasiego de drogas. Al ser rescatado, este joven de apellido Samame reconoció ante los militares que su aseguramiento fue el resultado de un “gane” de drogas a otro delincuente. De allí que los militares descubrieron la participación de al menos dos elementos de la Policía Ministerial del Estado.
Al conocer detalles proporcionados por el novel empresario de la droga, algún mando militar concibió la idea de revelar que se trataba de un empresario de Tijuana. De esta forma, los empresarios se pondrían nerviosos y presionarían al alcalde por la mala decisión de nombrar a Alberto Capella como secretario de seguridad pública.
Y no se trata de defender a Capella Ibarra, quien brinco a la fama luego de repeler “él solito” el ataque lanzado por una decena de pistoleros en su domicilio ubicado en el Fraccionamiento Playas de Tijuana. Cicuta ha criticado a Alberto Capella frente a frente. Le ha cuestionado su protagonismo e incluso le ha preguntado sobre Denisse Maerker, a quien tiene impresionada por sus dotes de Rambo.
La historia cuenta que atrincherado con dos armas largas repelió la agresión de un grupo de sicarios que pretendían asesinarlo. Dos días después el entonces alcalde panista Jorge Ramos Hernández lo designó secretario de seguridad pública de Tijuana, aunque un año después lo destituyó.
El escribiente pretende subrayar la falta de visión de las autoridades civiles al darle poder al Ejercito Mexicano. El gobierno no midió las consecuencias que tendrá al retirar a los militares de las calles. Ellos ya probaron las mieles del poder y ya no quieren soltarlo. Si quieren despojarlos de ese poder, de ninguna manera se quedarán con los brazos cruzados.
La mañana del miércoles Alberto Capella decidió extirpar de la corporación policiaca a todos los elementos con antecedentes militares, con excepción del director operativo Ricardo Hernández Garduño. Con tal acción, los militares duplicaron su odio hacia Capella. Dicen que “reventará” en breve porque la delincuencia sabe que desafiar a los mandos civiles no es lo mismo que retar a los militares.
El asunto apunta en contra de la sociedad de Tijuana. En medio de esta lucha por el poder, la gente es la más vulnerable. Los interesados en tumbar a Capella no solo son los mandos militares, sino también muchos funcionarios y ex funcionarios de extracción panista. La violencia podría repuntar por las ambiciones de poder. Al tiempo.
Comentarios: cicuta45@gmail.com
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