Traiciones-Bustamante-Ledesma
Pedro MARTÍNEZ SERRANO
TIJUANA B.C.-Ensoberbecido, envalentonado y en venganza al ninguneo político de que ha sido objeto durante años, hasta ahora que por casualidad y nada más que por eso, se convirtió en presidente municipal de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo se dedica a dos cosas en el ayuntamiento: hacer negocios (cuya comisión a su hijo es insalvable) y a pavimentar el camino, según él, que lo conduzca a la candidatura del PRI al gobierno del Estado. Lo primero lo coloca en alta posibilidad e ir a la cárcel y, lo segundo, lo exhibe como un sujeto loco que no conoce sus alcances, su dimensión política.
Consecuencia de aquel resentimiento, Carlos Bustamante operó con todo en contra de la fórmula priísta a senadores, en la que participó el dueño de El Mexicano, Eligio Valencia Roque y la mexicalense, Nancy Sánchez Arredondo. Sus operadores electorales,
abanderados por el titular de la Secretaría de Desarrollo Social Municipal (DESOM), el abyecto, simulador y bandido, David Saúl Guiakil, aprovecharon cualquier frente, cualquier espacio, para pitorrearse de sus candidatos al senado y apuntalar… ¡Aunque usted no lo crea!... ¡al panista Ernesto Ruffo!
Bustamante, como el presidente del Partido Verde en Baja California, Eduardo El Ponchongo Ledesma Romo, se dedicaron a llevar la contra al Partido Revolucionario Institucional; el primero, que pronto será el último, como siempre ha sido, se dedicó a pegarle a sus candidatos al senado; el segundo, el rey de los travestis y transgénero de la Zona Rosa de la Ciudad de México, no más promovió el voto en contra de Peña Nieto. Atendió intereses de familia y, por eso, trabajó a favor de Josefina Vázquez Mota.
Las traiciones del corrupto alcalde priísta, siempre al servicio del Partido Acción Nacional (me tocó acreditarlo, presenciar acuerdos entre él y el ex gobernador Eugenio Elorduy), ejecutadas por su alcalde suplente, David Saúl Guakil, van a tener
consecuencias nada favorables. Su destino, cuando menos, será el de los perros de carnicería: estorbar al que despacha; ver y oler la carne, sin poder disfrutar.
En el caso del pelele y desviado mental que dirige el Partido Verde Ecologista, Lalis Ledesma, está a días de que la Procuraduría General de la República ejecute la orden de aprehensión que tiene en su contra, por su relación con narcotraficantes.
Existen documentos que acreditan que Ledesma Romo permitió que en vehículos oficiales (con logotipos) del Partido Verde se transportara droga. Su fueron concluye en unos días y, entonces, su destino está marcado: solo, aprestado y en la cárcel.
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