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miércoles, 1 de agosto de 2012

Los equívocos más nocivos defendidos por el EZLN Felipe Calderón Hinojosa presidente de México



Los equívocos más nocivos defendidos por el EZLN

Escrito por Redaccion Viernes, 27 de Julio de 2012 17:05



(Texto íntegro de las palabras que pronunció el presidente Felipe Calderón
Hinojosa durante la presentación del libro de Don Luis H. Álvarez)

Agradezco mucho, don Luis, que me haya invitado para participar en la
presentación de este libro, de Corazón Indígena: Lucha y Esperanza de los
Pueblos Originarios de México.
Y celebro, además, que sea en esta magnífica librería, que se ha abierto, del
Fondo de Cultura Económica, una editorial que ya tiene tres cuartos de siglo
jugando un papel medular en la historia cultural y literaria de México y de
Hispanoamérica.
Y felicito a todos los que participaron en este proyecto editorial, desde luego, a
don Luis, a quienes han sido responsables de la edición, de la corrección, del
diseño.
Quiero reiterar lo que ustedes saben. Para mí, don Luis ha sido un maestro, un
amigo, un compañero, casi un segundo padre para mí, en muchas cosas, si no
un segundo padre, por lo menos un padrino, en otras, en el mejor sentido de la
palabra.
Y sé que toda su vida ha sido un hombre comprometido con las mejores causas,
ha predicado siempre con el ejemplo. Y si algún día, con lámpara de Diógenes
quisieran buscar un hombre honesto en México, piensen en Luis Álvarez.
Pero, en particular, este libro, de Corazón Indígena, nos revela una verdadera
transformación de don Luis. Y él un poco la describe en el libro y es, realmente, su
encuentro con los indígenas.
Y su encuentro, vamos a llamarlo universal. De hecho, él mismo describe que su
único encuentro había sido, realmente, con los rarámuris, a los que, como bien,
atinadamente señala, se les conoce mejor como tarahumaras, en esa muy mala
costumbre de poner el nombre colonizante a diversos pueblos. Lo mismo les
pasaba a mis paisanos, a los purépechas, que eran conocidos como tarascos,
hasta hace muy poco, que, finalmente, reivindicaron su nombre originario.
Y el encuentro de don Luis con los indígenas, provoca una transformación que
se ve en todo el libro, se trasmina en el libro, provoca una transformación en don
Luis. Y yo me atrevo a decir, que también el encuentro con don Luis provoca
una transformación en los indígenas, en particular en algunas, como en muchas
comunidades zapatistas, me atrevo a decir que una buena mayoría, y provoca una
transformación, también, entre los pueblos indígenas de México.
No es posible, desde luego, entender este grado de compromiso, de don Luis
Álvarez, sin de ver su propia trayectoria de vida.
A mí me parece que don Luis es el constructor de la transformación democrática
de México.
Así como he dicho y sostengo que Carlos Castillo fue el teórico, el intelectual de la
transición democrática, don Luis Álvarez fue el práctico, el apóstol de la transición
democrática en México, fue y lo está siendo, lo ha sido. Y me parece, también,
que fue en buena medida, está siendo, el que ha constituido uno de los puentes

más poderosos de solidaridad y vinculación con las comunidades indígenas de
México.
No es el caso hablar de su trayectoria y de sus lides, se conocen. Simplemente
doy testimonio de cómo abrazó la causa indígena, y el libro más o menos habla
de, hace todo un recorrido de este encuentro de Luis Álvarez con, no diría con las
comunidades indígenas, sino con su propio corazón indígena.
El capítulo más prolijo, quizá, el que a mí me gustó más es el primero, el de Ya
basta indígena, y que inicia con la propia irrupción zapatista del 1 de enero de
1994. Es donde está, precisamente, el capítulo que el doctor Valdés, la anécdota
que el doctor Valdés acaba de describir, precisamente, y que no reproduzco,
porque ha sido ampliamente conocida, en el que paga cochi. Y empieza con una
narración muy, muy enriquecedora. Recupera los textos indígenas, los textos del
Subcomandante Marcos, el Sub, como le dice don Luis aquí.
Recupera, por ejemplo, las diversas declaraciones. Y hay cosas, realmente,
interesantes. También, parte del anecdotario. Una que me involucra y que yo
tengo que corregir. Narra don Luis, por ejemplo, que en diciembre de 1994, el
recién ingresado a la función pública, el doctor Zedillo, Presidente de México, me
había hablado a mí. A la sazón, yo era Secretario General del PAN.
Pero en aquel diciembre de 1994, pasadas las elecciones presidenciales, donde
Diego Fernández de Cevallos fue candidato, y me alegra mucho verlo por aquí,
entre la concurrencia, y me alegra por muchas razones después de, entre otras
cosas, por una ausencia que nos dolió mucho. Y que, por cierto, también, se cita
en el libro. También voy a hacer referencia probablemente a ella.
Dice que el doctor Zedillo me llamó a mí, en diciembre, para proponerme o para
plantearme si el Partido Acción Nacional podría colaborar, precisamente, con un
esfuerzo que intentaría, de intermediación o de diálogo, con el zapatismo.
Y aquí la primera precisión, porque el libro de don Luis dice que me llamó para
que si yo le consultara a don Luis, qué le parecería hacer eso. En realidad, la
versión es que nos llamaron y dije: Voy consultar con el PAN. Y yo, el primero
que se me ocurrió fue preguntarle a don Luis, efectivamente, y así fue, porque me
siento muy orgulloso, también, de esa iniciativa.
Y por qué me hablaron a mí. Porque decía, en aquel diciembre, Carlos Castillo se
había ido a un viaje muy largo con sus hijos, que le había prometido a sus hijos,
pensando en que habían pasado las elecciones, el proceso electoral, la toma de
posesión, y ya como que iban a estar más cansadas las cosas.
Entonces. Por eso que yo era Secretario General del PAN, entra en funciones de
Presidente. Coyunturalmente me tocó eso. Me tocaron varias cosas, a grado tal,
por cierto, que un día, no había entonces ni messenger de BlackBerry, ni muchas
cosas que se usan hoy.
Un día Carlos Castillo me habla a dos, tres días y me dice: Cómo te va. Cómo te
ha ido. Alguna novedad.
No, acá bien. Bien, en general. El peso se devaluó, seguramente ya te enterarás
de esto, terriblemente hace unos días. El Popocatépetl está a punto de hacer
erupción. Y, efectivamente, al día siguiente hizo erupción, en aquél diciembre.
Se hizo una Comisión de Diálogo con los zapatistas y la está presidiendo don Luis
Álvarez. Pero fuera de eso, no ha pasado nada por aquí.

Así empieza este recorrido. Y don Luis aceptó. Y en el texto hay una frase que
ustedes la encontrarán recurrentemente, que es la identidad que siente don Luis
con las causas de justicia de las comunidades indígenas y del zapatismo.
Por ejemplo, cuando reproduce la primera comunicación del EZLN, precisamente,
en la toma de la cabecera municipal de San Cristóbal de las Casas, cuando
habla, precisamente, de que ellos se están reivindicando, por lo que pedimos tu
participación de seguir apoyando este plan del pueblo mexicano, que lucha por
trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad,
democracia, justicia y paz.
Don Luis agrega poco más adelante: Me percaté de que esas eran,
esencialmente, las demandas con las que llevé a cabo mi campaña para la
Presidencia de la República, a finales de los años 50.
Y estas demandas, que pudieran sonar genéricas, de trabajo, techo, tierra,
alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y
paz, claramente son las que acompañan las aspiraciones de don Luis en su vida
y, claramente, son el marco que él aborda, precisamente, para abrazar esta causa
zapatista.
Se rescata, entonces, esta primera parte en el primer capítulo, que más o menos
termina hacia la reforma constitucional, ya con el Presidente Fox. Ese es el
segundo capítulo, donde habla de una firme voluntad de paz.
Habla, también, cómo se orquestó, se articuló la marcha del zapatismo a la Ciudad
de México, y la reforma constitucional. Y termina con el rechazo, ya mencionado
aquí, del Comandante Marcos, del Subcomandante Marcos y la dirigencia
zapatista, a las reformas constitucionales, y el distanciamiento con el Gobierno en
ese, que tuvo que ver con don Luis.
Un capítulo tercero, que es fundamental, que habla de la Comisión Nacional
de los Pueblos Indígenas, que don Luis presidió, a petición y encargo mío, y
que estoy convencido, amigas y amigos, más que, se recogen de manera muy
interesante los distintos aspectos o políticas públicas que ha habido en relación
a los indígenas, desde las primeras etapas de los 20 hasta los 40. Esta etapa
en que se hablaba de superar los problemas indígenas en una concepción muy
integradora, muy, casi, arrolladora o excluyente de las comunidades indígenas
mismas.
Esta idea, por ejemplo, de alfabetización de las comunidades sobre la base de
casi prohibir la utilización de sus propias lenguas, con tal de lograr su perfecta
culturización al castellano y otras, hasta otras evoluciones. Varias evoluciones
durante décadas. Todas acompañadas por un común denominador, que era la
corrupción y el abuso sobre la bandera de los pueblos indígenas. Luego la llegada
de, la presencia de PRONASOL, hasta el alzamiento zapatista.
Y yo creo que sí viene una época distinta, y lo puedo decir, no porque me toque
ser Presidente en ello, sino, porque hubo alguien como don Luis, que estuvo al
frente de estas cosas.
Y creo que es muy difícil imaginar si ha habido, no sólo una cantidad mayor de
recursos destinados a comunidades indígenas y, particularmente, en Chiapas.
Sino hubo un campeón, un gestor, un abogado, un apóstol, como don Luis
Álvarez, que se dedicó a que esos recursos llegaran a las comunidades indígenas.

Y que su presencia fue fundamental para que hubiera hoy un gran hospital
indígena en San Cristóbal de las Casas, por ejemplo. Lo mismo que varias clínicas
y hospitales pequeños en Ocosingo, en las Margaritas y en otras partes.
Y que implicó que a esas comunidades indígenas que, como ya se mencionó aquí,
pagaron, sufrieron, lo que a mi juicio fue un error, la instrucción recibida de no
aceptar ningún apoyo gubernamental. Fue el corazón indígena de don Luis el que
fue a abrir el corazón indígena de los indígenas, para que aceptaran lo que era
suyo.
En una parte, en ciertos capítulos muy emocionantes que se describen, y que
trataré de referirme a ellos un poquito más adelante. Y es don Luis, entonces, el
que transforma esa realidad, porque entonces con él empieza a llegar lo que le
corresponde, y que son las políticas públicas que, con sus deficiencias, resultan
las más eficaces para sacar de postración y marginación a mucha gente.
Por ejemplo, el Programa de Oportunidades. Es la primera vez que lo reciben
esas comunidades, y donde el problema era, que incluso como los zapatistas
en algunas regiones habían prohibido, incluso, registrar a sus hijos, a los niños,
no había actas de nacimiento para poder incorporar a los niños y a las mamás
a los programas, por ejemplo. Llega, precisamente, el Seguro Popular. Llegan
los apoyos de proyectos productivos, conducidos por las propias comunidades
zapatistas.
Ya desde el 94, el 70 y Más. Muchos programas de vivienda, precisamente, en
comunidades zapatistas y programas de piso, que les permitieron aligerar un poco
su enorme y su centenaria o secular postración.
Algunas cosas que me parece muy interesante mencionar en el texto del libro, de
algunos de sus capítulos. Cuando el EZLN, por ejemplo. Los distintos rechazos
del EZLN a las propuestas del Gobierno, pero también el rol que juegan ciertos
actores políticos muy relevantes. En todo este largo proceso de negociación, que
tiene un fruto muy valioso, que es la paz, aunque no se haya concluido, finalmente
en acuerdos definitivos. Finalmente, los zapatistas sí invocan que ellos, en el
momento que asumieran un compromiso de paz, lo cumplieron, y dejaron de
disparar.
Pero, por ejemplo en capítulos iniciales y hacia el final, hace don Luis un análisis
del rol de la CONAI, y, por ejemplo, del Obispo Samuel Ruiz. Y por ejemplo,
algunas partes interesantes, que vale la pena aquilatar.
Dice: En diciembre. Habla del 94 mismo. Samuel Ruiz hizo ayuno de unos cuantos
días, como una forma de obligar al Gobierno a regresar al diálogo suspendido
durante la Presidencia de Salinas.
Por cierto, no fuimos pocos los que vimos una actitud protagónica en él.
Primero. No podíamos creerlo, pero a medida que lo observamos nos pareció más
interesado en sobresalir que en colaborar en la pacificación.
En ese tenor, recuerdo que cuando lo visité, vi que había dispuesto la exhibición
ostentosa, sumamente ostentosa, de un cuadro que lo representaba a él junto a
Fray Bartolomé de las Casas.
Creo que una persona más modesta hubiera tenido recato en mostrar esa
alegoría.

Y un poco narra, más adelante, lo que ocurrió en el primer diálogo con los
zapatistas y la primera, la COCOPA original o la COCOPA histórica, que menciona
el propio don Luis.
Narra la escena aquella, histórica, además, porque es muy sabrosa la plática que
hace don Luis de cómo fue conociendo a los zapatistas y a la comandancia del
EZ.
Él y otros integrantes de la COCOPA histórica, como le llaman, o los Cocopos,
que eran, precisamente, don Luis, Heberto Castillo, a quien el propio don Luis
invita y convence de que forme parte de la COCOPA; Jaime Martínez Veloz y
otros más.
Dice: Los comandantes delegados del EZ, principalmente el jefe de la delegación,
David, y quienes, además, intervinieron en la exposición de sus puntos de vista,
Tacho y Moisés, al principio de la discusión, expresaron no entender el lenguaje
de la delegación gubernamental, dando pie para que Samuel Ruiz interviniera
como exponente de los temas que se abordaban en las pláticas con Marco
Antonio Bernal, que era a la sazón representante del Gobierno, y su compañero,
Gustavo Iruegas.
A medida que avanzó el debate, las intervenciones del Obispo se hicieron más y
más frecuentes, al grado de que, al poco tiempo, todos los planteamientos tenían
que ser explicados por él, llegándose al extremo de que los mismos puntos de
vista expresados por David y Tacho en un castellano perfectamente entendible,
eran traducidos por el Obispo Ruiz a los delegados de Gobernación.
Este método insólito estando frente a frente las dos partes, el Gobierno Federal
y el EZ, la instancia mediadora actuaba como si ambos estuvieran a cientos de
kilómetros.
Termina esa parte cuando acuerdan los Cocopos que ya estaban aislados de los
del EZL por los círculos de ONG’s que estaban ahí, acuerdan un método increíble:
que cualquiera que tenga un contacto cercano con cualquier dirigente del EZ, le
diga que por favor quieren un diálogo directo con ellos. Y así ocurre. Llegan a ese
acuerdo.
Y, de repente, el primero, que no lo veo por aquí, pero, le mando un saludo muy
cordial, Rodolfo Elizondo, que también formaba parte de la COCOPA original
o histórica. Dice: Al que primero se le presentó la oportunidad fue a Rodolfo
Elizondo, quien tuvo que estirar el brazo para darle un jalón en el hombro a Tacho,
y decirle que buscábamos un diálogo directo.
Sorprendido por esa petición inesperada, Tacho dijo que lo consultaría con sus
compañeros. Horas más tarde nos dio una respuesta elocuente por sí misma:
Aceptamos reunirnos con ustedes, pero sin el Obispo. Se estableció así, la
llamada vía paralela que consistió en el diálogo directo entre la COCOPA y el
EZLN, para construir acuerdos que allanaran la negociación.
Hace un recuento don Luis, también, y muy justo, de la labor social y del
compromiso que el propio Samuel Ruiz había hecho durante décadas,
precisamente, en la Diócesis de San Cristóbal y equilibra estas cosas, pero son
datos interesantes que nos pueden ayudar a entender este difícil momento que se
había vivido.
Hay muchas otras cosas. A mí, en lo personal, el propio libro tiene la honestidad
intelectual de citar otros ensayos que hablaron del zapatismo en aquél tiempo,

desde muchos que escribieron, el propio Martínez Veloz, La Grange, con aquél
de la genial impostura. Muchos ensayos, por cierto, los aquí presentes que
describieron el momento.
Habla de la identidad que sentía con Marcos, porque las pláticas empiezan
cuando supo, o de la presunta identidad de Sebastián Guillén Vicente, supo
que era de Tampico, narra, estoy seguro, que con emoción, don Luis, que,
precisamente, Marcos nació en el Hospital de la Beneficencia Española de
Tampico, que es justo donde nació Blanca Magrassi, aquí presente, y eso,
seguramente, es un elemento de identidad fuerte y poderosa para don Luis,
conociéndolo.
Y que, por cierto, cuando él era Alcalde de Chihuahua, en el 83, invitó a un grupo
de empresarios pequeños y medianos, los convocó como Alcalde, y don Alfonso
Guillén Guillén, a la sazón, padre de Marcos, asiste a Chihuahua a invitación de
don Luis y dice: Me pareció un hombre a la par, sencillo y amable, y, también, se
identifica con Marcos.
Y, seguramente, usted nos dirá, don Luis, pero, también, platicaron de esas cosas
en eso.
Y, una última anécdota, de esta parte que me gusta mucho, aparte de la del pagas
cochi, que me parece sensacional. Otra cosa de propaganda que no puedo omitir,
pero dice: Por otro lado, me comentó que cuando nuestras conversaciones se
iniciaban, me comentó que él había estado en mítines panistas, y lo dijo en tono
de simpatía.
Y cuando nos tomamos una foto, dice: Me puso el brazo sobre los hombros como
lo hacen los cuates en la prepa. Dice don Luis.
Y, efectivamente, esa foto es famosa, de Marcos abrazando a don Luis. Y, yo
creo, que lo abrazaba con el cariño que sentimos mucho con él.
Les iba a decir una. Voy a decir dos cosas más.
Uno. Primero. La anécdota.
Una tarde, después de una de las discusiones sobre usos y costumbres que había
tenido lugar en San Andrés, me tocó acompañar a la comandancia zapatista en
una ambulancia de la Cruz Roja. Iba con Marcos y Tacho. En ese momento pasó
al lado de la camioneta un matrimonio tzotzil. La mujer iba atrás cargando leña y el
hombre iba adelante, tan campante.
Y, entonces, volteé hacia Marcos y le dije: Esos son los usos y costumbres que
tenemos que respetar.
Él contestó: Ahí te hablan, Tacho.
La anécdota no es irrelevante, porque pone al descubierto uno de los equívocos
más nocivos defendidos por el EZLN. La idealización de las formas de convivencia
y autogobierno indígena, no todas defendibles.
Por cierto, citan ahí mismo a Juan Pedro Viqueira, aquí presente, que es una cita,
Juan Pedro, que yo creo que me parece muy importante. Es muy larga y muy
buena, y la recomiendo. Por favor, compren el libro.
Pero una cosa que me parece fundamental, a propósito de la idealización, dice:
La idealización, que es una forma de desconocimiento. La idealización de la
realidad política de los indígenas, ha conducido la teoría de que ellos cuentan
con un sistema de Gobierno de origen prehispánico que garantiza la resolución
de conflictos, la armonía, la justicia y la igualdad en la comunidad, a partir de

principios, no sólo diferentes, sino superiores.
Y en general, para decir que no es así. Hay conflictos, y no hay armonía y
hay injusticia como lo hay, creo, que en cualquier sociedad. Y que una parte
importante de resolver los problemas de injusticia con los indígenas, también, es
romper el prejuicio de que hay una cierta armonía prestabilita, precisamente, de
origen indígena.
Mis últimos comentarios.
Otras cosas, porque se han comentado en prensa, y creo que una vez que ya
lo ha escrito don Luis en su libro. Creo que por las razones que él considera
convenientes, vale la pena comentar.
Es el tema de la salud del Comandante Marcos, o el Subcomandante Marcos, que
aparte, como se sabe, tiene, honestamente, muy buena prosa y muy buen verso.
Hay algunas cosas que a mí me han gustado mucho.
Y como ésta es una sesión literaria, me voy a permitir leer algunas, pero una me
gustó, precisamente, que es del 1 de enero del 96, dos años después, cuando
hacen una Declaración de la Selva Lacandona, la cuarta, y que plantea la
construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Escribe una cosa interesante. Dice: No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el
rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la
historia, de la tierra, ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.
Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos, moriremos en ella. Pero la luz
será mañana para los demás, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para
quienes se niega el día, para quien se niega es el regalo la muerte, para quienes
está prohibida la vida, para todos la luz, para todos todo. En fin.
Y lo digo porque esto no me dirá la palabra y podrá morir el rostro oculto de quien
la nombra hoy, tiene que ver, precisamente, con ese debate que se hizo en la
prensa.
Primero. Efectivamente, don Luis cita a Jaime Martínez Veloz, que lo aborda en
el Aeropuerto de Chiapas, lo jala, digamos, a una esquina. Jaime Martínez Veloz,
ex Cocopo original, era representante del Gobierno de Chiapas en la COCOPA
bajo el gobierno actual, y según la cita de don Luis, interesante, es, dice: Su
amigo Marcos está muy enfermo, tiene cáncer y necesita ayuda. Eso lo cita Jaime
Martínez Veloz.
Poco después, también en justicia para el propio Marcos. Hay que decir que
el propio Marcos desmiente, y lo cita libros adelante, el libro de don Luis, con
un texto pequeñito que, también, creo que en justicia vale la pena leer, para
equilibrar.
Dice Marcos adelante, a propósito de otra reunión, y a propósito de los rumores
sobre su enfermedad, dice: Lamento, con pesar, que con mi firma y la fecha en
que se estampa, contradiga los rumores hechos, twitters, noticieros, comunicados
gubernamentales sobre mi estado de salud, aunque hay que decirlo, eso de la
enfisema y del cáncer pulmonar provocó que ya no me manden más tabaco, lo
que sí es una clara maniobra contrainsurgente. Así que, es oficial, no tengo eso
que dicen que tengo, o no todavía, así que, no tengan pena y manden tabaco.
Lo relevante para mí en esto, más que el tema de la salud o no, que el propio
Marcos lo desmiente, y más que la versión de Martínez, es que a partir de ese
momento, y yo creo que por la tenacidad de don Luis, que era como una gota de

agua perforando rocas, hubo un cambio en las comunidades zapatistas que se
decidieron a aceptar masivamente, o muchas de ellas, apoyos del Gobierno.
Ya no sólo era la labor de don Luis, que lo había ido a ver, porque don Luis se iba
sin escoltas, sin equipo, etcétera, y entraba casi caminando, o quizá con un chofer
atropellador de cochis a las comunidades, iba caminando y les abría el corazón.
Alguna vez hasta agredieron su vehículo ahí, en San José, en un municipio.
Pero él, con la paciencia del resistente civil que, como él señala, también, en el
libro: La resistencia civil no es claudicación ni pasividad, la resistencia civil, como
las enseñó él a muchos, la no violencia no supone pasividad, más bien propone
las virtudes contrarias a ella, como la entereza, la diligencia, la constancia y el
dominio personal. Y con resistencia civil y con no violencia, don Luis abrió las
comunidades zapatistas.
Y, a partir de eso, y quizá coincidentemente con el rumor éste de la enfermedad,
las comunidades se abrieron. Hay un pasaje, que es el último que recomiendo, y
perdón por la extensión en el uso de la palabra, donde cita una reunión que hay
entre don Luis, los zapatistas, representantes del Gobierno, y habla uno de los
líderes zapatistas, Porfirio, excombatiente del EZ, en Ocosingo, cercano a Marcos,
que da lectura a un texto de las juntas de buen Gobierno, y dice:
Don Luis Álvarez, Presente:
El levantamiento armado zapatista que tuvo lugar el 1° primero de enero del 94,
fue por los agravios que ha sufrido la población indígena de todo el país, no sólo
de Chiapas.
Declaramos la guerra al mal Gobierno por trabajo, tierra, techo, alimentación,
salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Es decir, las
mismas demandas de aquél 94.
No hemos claudicado en nuestra lucha hasta lograr el cumplimiento de estas
demandas básicas de nuestro pueblo, hasta alcanzar un país libre y democrático.
Pero, también, somos conscientes de que llevamos más de 16 años de resistencia
pacífica, donde los hombres y mujeres indígenas de los municipios autónomos
han demostrado, con gran valentía y entusiasmo, que sabemos cómo gobernarnos
y poner en marcha la autonomía de los pueblos.
Los comités de las juntas de buen Gobierno, nos han pedido que acudamos con
ustedes para que puedan recibir apoyos de proyectos que no son dádivas, sino
derecho de todos los mexicanos. Y, respetando el mandar obedeciendo, hemos
accedido a establecer un vínculo de comunicación con ustedes, para hacer llegar
esos apoyos a la población en resistencia.
A partir de entonces y, sobre todo, a partir de entonces, el apoyo Federal, por
mediación de don Luis, por conducto de don Luis, de Xavier Abreu aquí, presente;
de la Comisión de Pueblos Indígenas, la SEDESOL generó un importante apoyo
social a las comunidades más marginadas que habían quedado segregadas de
ese apoyo.
Termino diciendo que valdría la pena hacer un recuento de lo que ha significado el
movimiento zapatista en los estándares de vida de Chiapas, si ha habido cambios
o no en salud, si ha habido cambios o no en educación, si ha habido cambios o no
en el nivel de ingreso, si ha habido cambios o no en la calidad de vida de la gente.
Yo pienso que sí, pero, no pienso, sé. Pero lo que pido es una honesta remisión a
los datos más objetivos que ustedes puedan encontrar.

Por lo pronto, hoy, Chiapas ya no es el estado con mayor marginación y mayor
pobreza del país; por lo pronto, hoy, Chiapas, ya tiene cobertura universal
de salud y muchas cosas que, quizá, eran inimaginables en aquel día del
levantamiento, de 1994.
Don Luis, amigos, cambió, a partir de su encuentro con los indígenas, no sólo
con los zapatistas, y no sólo con los tzeltales y los tzotziles, o con los lacandones,
sino, a partir de ese encuentro con más de 60 etnias en todo el país, del cual fue
un apóstol y un abanderado, ha sido y es en todos estos años.
Pero, sobre todo, ha sido una luz que ha cambiado la realidad de las comunidades
zapatistas, no a partir de las armas, como originalmente ellas vendían, sino, a
partir de la fuerza de los no violentos, de la fuerza de los pacíficos, como dice el
Evangelio, del cual, si queda alguno entre nosotros, ese hombre fuerte de la paz
se llama don Luis Álvarez y tenemos el privilegio de tenerlo con nosotros.
Muchas gracias, por invitarme, mi querido don Luis.

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