Las Mujeres La políticas de siempre
por Sara Lovera
MEXICO D.F.-El materialismo
dialéctico es un método de pensamiento y de análisis de
la realidad que nos enseñó a tomar de los acontecimientos
sus experiencias para no repetir errores, para trascender y atarse a una espiral
ascendente.
Hace una década,
una destacada analista feminista mexicana me dijo que el
espacio intocado, donde las mujeres no pueden entrar, es el
espacio del poder real, porque ese es de los hombres, su
infinita postura conservadora y patriarcal, sus intereses y
sus modos de hacer.
Durante años
escuché que las mujeres podríamos juntas, hacer otro tipo
de política. Por ello, durante momentos importantes y
coyunturas precisas desde finales de los años 30, con el
Frente Pro Derechos de la Mujer , las mexicanas iniciamos un
largo proceso de convergencias,
varias para acordar estrategias comunes en pos de
nuestras necesidades y por la emancipación de todas las
mujeres.
Recuerdo al menos
8 o 10 en los últimos 40 años: Coalición de Mujeres
Feministas, el Frente por la Liberación y los Derechos de
la Mujer , Red de Feministas, Coordinadora Feminista del
Distrito Federal, Coordinadora Benita Galeana, Asamblea
Nacional de Mujeres que derivó en el Parlamento de Mujeres,
Avancemos un Trecho Más, Constituyente Feminista por la
Reforma del Estado, Grupo De la A a la Z , Grupo Plural Pro
Víctimas y otros
intentos.
Como resultado de
estas experiencias, producto de acontecimientos y acciones
de la vida nacional, se elaboraron: un Plan de Igualdad que
recibieron los candidatos en el proceso electoral de 1994;
en el 2000, con serios intentos plurales se reunieron mujeres libres, mujeres políticas,
legisladoras y grupos feministas, en diferentes
iniciativas.
Así en el tiempo
se obtuvieron cambios en muchas leyes, algunas no poco
importantes políticas públicas e
instituciones.
No obstante, el
lugar de la política, siempre excluyente y masculina, nos
expulsó una y otra vez. Tal vez por eso en 1998-99, un
puñado de mujeres decidieron crear un partido político
teñido de política feminista: México Posible. Más tarde, esas mismas mujeres que perdieron su registro en el año
2000 insistieron, crearon el Partido Alternativa Social
Demócrata y varias agrupaciones políticas nacionales
nacieron cuando ello fue posible y legal.
La demanda y la
lucha no han cesado. Recientemente ante el embate
conservador nació el Pacto por la Vida , la Libertad y los
Derechos de las Mujeres, de mirada profunda y altiva frente
a un proceso que atenta con generar y mantener una tremenda
regresión a los avances que parecían reales, legales,
libertarios y democráticos.
Los dos ensayos de
partidos políticos con mirada feminista fueron
tremendamente derrotados, porque como dice una de sus
liderezas se tuvo que enfrentar a los políticos de
siempre.
Las mujeres
quieren estar en política, sin duda, no importa lo que ello
signifique en principios, incluso posponiendo programas y
horizontes. Hay mujeres políticas, muchas aliadas de estas
miradas de largo aliento que se quedan en el espacio
masculino y lo intentan, una y otra vez. No obstante, no se
ha podido materializar eso que se llama hacer política de
otra manera.
En el centenario
del 8 de marzo, una emblemática fecha que coincide con el
bicentenario nacional de independencia y el centenario de la
revolución, nuevamente hay quienes intentan caminar los
senderos ya probados, con las mismas tácticas, llevando a
cuestas métodos patriarcales y la misma mirada, la que
concede, la que calla y omite el tamaño de nuestro momento,
donde se yergue un inmenso dique
a todas las antiguas agendas o programas.
En esta hora no se
puede ocultar el significado de vivir con un gobierno autoritario y semi
militarizado ni las cifras
ominosas del feminicidio que superan a las dos mil caídas
anualmente.
Hoy, la avalancha
fundamentalista criminaliza lo mismo la protesta social con
el encarcelamiento y persecución de sus dirigentes
femeninas, que a las indígenas totonacas de Veracruz o las
campesinas de Guanajuato por interrumpirse un embarazo
legalmente. Los partidos y sus dirigentes, los aparatos
electorales, las reformas de papel, son elementos de un sistema que parece cerrar todas sus
puertas a intentos legítimos de colocarse en la élite del
poder.
Por ello, llama
poderosamente la atención el relanzamiento de tres políticas que en nombre de las
mujeres anuncian un movimiento en la coyuntura de la nueva
Reforma Política, opaca y poco
creíble, sin hondura y armada desde el poder. Poder que no
deja avanzar la emancipación de las mujeres.
Llama la atención
el discurso de antaño, de conmiseración por las mujeres
pobres, sin importar el control de su cuerpo y de sus vidas
por el Estado, no por su marido únicamente.
Llama la atención
el llamado de Las Insurgentes, por la independencia
femenina, un juego de palabras del bicentenario; sin
mujeres, porque las mujeres en México, a pesar de todo, no
hemos logrado conformar una masa crítica vigorosa y real,
ni un conglomerado capaz de defender los derechos inscritos
en las numerosas legislaciones.
Llama la atención
la oportunidad electoral o electorera de la nueva
iniciativa, mientras continúa el avance del oprobio y la
minusvalía de las mujeres, desde las acciones del gobierno
actual y de numerosos gobiernos locales, de diputados y
diputadas sin vergüenza y fundamentalistas, de los que no
hablan.
Mientras se
pisotea el estado laico y se conspira contra la democracia.
No hallé una sola mención a estos problemas en la
invitación a unirse a Las Insurgentes, cuya carta de
presentación es por lo menos inocua.
A cien años del
llamado transformador y potente de Clara Zetkin, algo
tendríamos que aprender de las experiencias, de los
acontecimientos, del contexto nacional donde podrían
moverse las experimentadas mujeres que tantos ensayos han
hecho para llegar al poder y revisar críticamente su propia
actuación.
Ahora toca sacar a
las presas de las cárceles, difundir qué significa ser
presa de consciencia, defender los derechos humanos
fundamentales de las mujeres, oponerse con todas sus
palabras a la represión sistemática y buscar que las almas
y las cabezas de las mujeres realmente se transformen. Toca
otra cosa, no convivir de nueva cuenta, como diría aquella
amiga, con los políticos y las mujeres
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