EN PACHUCA, HIDALGO. LUNES 3 DE AGOSTO
Aquiles Córdova Morán
PACHUCA HIDALGO.-Los antorchistas del estado de Hidalgo, con humildad franciscana, han estado solicitando, durante todo lo que va del sexenio del gobernador Miguel Ángel Osorio Chong, pacífica e institucionalmente, solución a demandas de elemental justicia social de muy larga y añeja data. Pero al gobernador y a sus funcionarios les importa un cacahuate la paciencia, la racionalidad y la voluntad para aceptar soluciones parciales y hasta insuficientes a sus demandas por parte de los antorchistas y sus líderes. La respuesta ha sido siempre la negativa total abierta o disfrazada. Hace más de dos meses, agotados todos los recursos de la vía gestionaria y desengañados los solicitantes de la buena fe de los funcionarios, que les dan plazos y les hacen promesas que nunca se cumplen, decidieron ejercer su derecho a la protesta pública tutelado por la Constitución General de la República: se instalaron en un plantón permanente frente a las oficinas del gobernador, de manera pacífica y cuidando, hasta donde ello es posible, no lesionar los derechos de terceros. Su demanda es mínima e inobjetable: que se instale una mesa de negociaciones, seria y responsable, para tratar de llegar a un acuerdo aceptable para ambas partes y que, además, garantice que dicho acuerdo no será una burla más sobre las muchas que ya han padecido.
Han pasado, repito, más de 70 días sin respuesta. Escarceos, vagas promesas, amenazas veladas sí ha habido, pero nada que pueda tomarse en serio. Hasta hoy, los plantonistas se habían limitado a la difusión de sus demandas y de las razones de su protesta; la idea era no radicalizar las cosas para no dar al gobierno de Osorio Chong un pretexto más para cerrarle el camino a la negociación. Finalmente, convencidos de que tampoco esto los llevaría a ningún lado por la soberbia de los funcionarios, acordaron realizar una manifestación masiva en Pachuca, capital del estado, el lunes 27 de julio de los corrientes. La protesta convocó a 5 mil antorchistas y se realizó en paz y en perfecto orden; fue visible, sobre todo, la simpatía de la inmensa mayoría de los hidalguenses que los miró marchar. La respuesta del gobernador Osorio Chong no se hizo esperar: a las 3:30 de la madrugada del martes 28, es decir, a unas pocas horas de concluida la marcha, cientos de policías, armados de escudos, toletes y armas de fuego cortas, procedieron al desalojo violento del plantón. Como es de rigor en estos casos, derribaron los precarios albergues; rompieron las lonas para evitar que vuelvan a usarse; rompieron a patadas y a cachazos todo lo que era rompible y se llevaron consigo lo que no pudieron destrozar o que consideraron de alguna utilidad para ellos; en una palabra, manos libres al destrozo y al saqueo de los humildes hidalguenses que sólo demandan a su gobernador un poco de justicia social. A quien intentó razonar con los genízaros del gobernador y a quien intentó salvar algo del destrozo y del saqueo, la tundieron a garrotazos y la hicieron recular empujándola con el muro de escudos que suelen hacer en estos casos. El saldo final de la agresión fue de 18 detenidos entre los cuales está la gran mayoría de los integrantes del Comité Estatal Antorchista de Hidalgo.
Debe subrayarse que no había ninguna, absolutamente ninguna razón válida para este alarde de fuerza, soberbia y prepotencia del gobernador Osorio Chong. La gente no estaba obstruyendo ninguna vialidad, tampoco estaba causando ningún daño al patrimonio de la ciudad ni habían cometido algún agravio, por mínimo que fuese, contra la autoridad. Se trató, simple y llanamente, de la respuesta de un gobierno envalentonado por su reciente triunfo electoral, a la marcha de los antorchistas, y, además, de un intento de amedrentar a la gente para cortar de tajo la simpatía popular.
Ya otra vez dije que los gobernantes priistas aprenden rápido las peores lecciones del panismo en el poder: oyeron y supieron que los azules se niegan a responder a las demandas populares alegando que ellos “no tratan con organizaciones”, y con la velocidad del fuego en un montón de paja seca se generalizó el “argumento” entre los gobernantes “tricolores”. Hoy, enterados de que Garrido Patrón, en Querétaro, no se “amedrentó” ante la lucha popular sino que respondió “golpe por golpe”, ya tenemos al gobierno de Puebla, y hoy más abiertamente al de Hidalgo, siguiendo la misma estrategia. Prueba: Osorio Chong no se conformó con el desalojo como solían hacer los priistas, sino que, como Garrido Patrón, se llevó detenidos a los dirigentes que son parte de las víctimas y no delincuentes. Con toda seguridad, a esta hora ya les deben haber fincado “delitos”, igual que Garrido Patrón, para mantenerlos en la cárcel, evitar que reagrupen a la gente e inhibir a los que no fueron detenidos. Fascismo puro estilo Yunque.
El país está que arde: pobreza, desempleo, carestía, falta de agua, viviendas y servicios, muertos por todas partes y la riqueza concentrándose cada vez más en unas cuantas manos. Y en medio de este panorama, el gobierno de Osorio Chong no sólo no se recata para violar flagrantemente la Constitución reprimiendo el derecho a la manifestación pública (lo que lo convierte en el verdadero delincuente), sino que añade sevicia a la ilegalidad y secuestra a los luchadores sociales para aterrorizar a sus gobernados. El pueblo de México, que es el único que puede poner alto a tales abusos, debe ser informado de ellos puntualmente para que comience a identificar a sus verdaderos enemigos. Y a prepararse para cobrarles la factura en las urnas llegado el momento. Los antorchistas de Hidalgo no deben amedrentarse; deben saber que no están solos; que el antorchismo nacional empieza a prepararse hoy mismo para darles todo el apoyo que necesiten. Nos defenderemos unificadamente dentro de la ley, en Hidalgo o donde sea necesario. Muy poco vivirá quien no alcance a ver la fraternidad antorchista puesta en acción.
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